La fractura. La ruptura de toda frontera. La mirada poética fuera de los límites. Esto es lo que tienen en común estos libros de poesía que, según el caso, leo o releo en estos días de espera. De todos ellos, la escritura de Sistemas inestables de Rubén Martín (Bartleby) y Los estómagos de Luna Miguel (La bella Varsovia) es quizá la más impactante, aunque muy distinta entre sí. Obsesivo, multifocal, hiperreal el primero. Indagador, visceral el segundo. Por otra parte, Poto y Cabengo de Alejandra Vanessa (Valparaíso Ediciones) es una lectura-código-secreto que termina atrapándote y exigiéndote participar de su juego, su íntima interpretación. Y entre versos, la prosa de Cobos Wilkins en su Pan y cielo (Isla de Siltolá), los pequeños ensayos de Yo soy más de series (Esdrújula) -también entre capítulo y capítulo de The Wire y The Americans, que Homeland ya se terminó- o Vila-Matas con su Aire de Dylan (Seis Barral) me van haciendo estas semanas preveraniegas y de cuenta atrás un poco más llevaderas.
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Noviembre 2022
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