Estesícoro nos dice que Gerión es un monstruo rojo al que Heracles mata para robarle su ganado -también al perro-. Anne Carson, como la mamá de Gerión cuando le alisa las alas y le da un empujoncito a través de la puerta el primer día de clase, nos presenta a un Gerión sensible y sinestésico -para quien los colores de las rosas aúllan-, quien ha sufrido desde la niñez el acoso sexual de su hermano y que se siente diferente. Gerión, huraño y tierno, soñador y confundido, se convierte en amante de un Heracles resuelto, manipulador y atractivo. Su refugio es la fotografía y el enorme abrigo que oculta constantemente sus alas, cuerpo y ensoñaciones adormecidas.
Para Gerión todo es rojo. Su muerte prematura y su dolor tan tempranos son una flecha que te traspasa desde el principio del libro y, a la vez, la narración en verso de Carson ensartada de metáforas e imágenes -construidas por los ojos de Gerión- me confirman la certeza de que conozco a Gerión y de que amo ya sin remedio su delicadeza o monstruosidad rojas.